'¡Lo que Alberto Spencer habría hecho con la tecnología de hoy!', refiere su hijo menor

Walter Spencer en el 2006. en el velatorio de su padre Alberto Spencer en Guayaquil en el estadio que lleva su nombre. 


Si en la época en que jugó Alberto Spencer (entre 1954 y 1972) hubiese existido como hoy un desarrollo de la tecnología aplicada al deporte, fundamentalmente en la medicina, como en la era en que le ha tocado jugar a Antonio Valencia (desde 2003), cuando esa rama ha adquirido gran protagonismo en el mundo del deporte y los futbolistas pueden superar varios tipos de lesiones a corto o mediano plazo, ahí sí tuviera sentido, de acuerdo con Walter Spencer –el hijo menor de Cabeza Mágica–, una comparación entre ambos jugadores. Así lo explicó en Instagram Live con EL UNIVERSO.
Spencer y Valencia representan dos épocas diferentes del balompié nacional, siendo uno, el de Ancón, la figura máxima del Peñarol tres veces monarca de América, bicampeón mundial, y goleador eterno de la Copa Libertadores (54 tantos). Y el amazónico, con diez años en el Manchester United, del que llegó a ser capitán, finalista de la Champions, dos veces campeón de la Premier League y monarca de la Europa League 2016-2017.
Pero a criterio de Walter (49 años), radicado en Montevideo, ambos futbolistas son “incomparables”, sin importar que Spencer fuera delantero y Valencia, un volante y transformado en marcapunta.
“No tengo duda de que la velocidad de Antonio, en la época de mi viejo, habría marcado una diferencia muy grande, así como su capacidad táctica. Tampoco no tengo dudas de que mi viejo, con la (moderna) pelota de ahora te hacía goles de todos lados. Y es más, habría jugado o no diez u once años, sino 30 porque era un tipo que físicamente y atléticamente era muy favorecido; lo que pasa es que él jugó en una época en que lo mataban literalmente con las faltas que le hacían. Sus piernas eran llenas de cicatrices, le sacaron los meniscos”, dijo.
Según relato de Walter, su padre se vio obligado –por razones físicas– a cambiar su perfil de remate tras romperse los ligamentos cruzados, antes de 1966 cuando cursaba su séptima campaña en Peñarol. Cuenta que con la ayuda del DT Juan López y sometiéndose, bajo observación de este, a “trabajos en remo y trabajos con una pelota de arena”, y “la coordinación de los movimientos de los brazos”, el tricolor pudo recuperarse y acoplarse a su nuevo perfil de definición para seguir vigente hasta 1972, cuando se retiró jugando en Barcelona Sporting Club.
“Yo me imagino lo que hubiese sido para mi padre jugar con todo el equipamiento de hoy, con GPS y todo lo que tuvo Antonio en el Manchester United, y lo que habría sido para Antonio tomar agua de un bidón en medio de la Copa Intercontinental. No lo podría creer; ¿dónde está el Gatorade?, se habría preguntado Toño”, dijo entre risas Walter.
En palabras del menor de los hermanos Spencer (Carlos Alberto y Jacqueline son los otros hijos de la leyenda), el aficionado ecuatoriano “debería valorar” que tiene en la historia de su fútbol no solo a Spencer y Valencia, sino también a Polo Carrera, Enrique Raymondi, Jorge Pibe Bolaños, Álex Aguinaga o Jaime Iván Kaviedes.
“(A Valencia) no se le ha dado (en la selección nacional) porque hay un tema en el que creer”, subrayó Spencer. Y aquello no es un impedimento para que se deshaga en elogios hacia Toño, porque hace una analogía: “Ecuador tiene, como si se tratase de ir a una guerra, un misil que nadie tiene: se llama Antonio Valencia”. Y finaliza compartiendo una apreciación de Édison Méndez de que Toño debería ser el abanderado de la Tricolor. Walter, no obstante, dice que Valencia está en una edad (34 años), y por todo lo que ha vivido en su carrera, que es un tiempo de disfrute y no tendría que estar soportando el peso de la crítica ante un eventual fracaso en el clasificatorio al Mundial de Catar 2022.
Con la pelota de hoy mi padre haría goles de todos los ángulos
Walter Spencer
FUENTE: El Universo - Ecuador

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