Un padre que recibe lecciones

Claudio Villanueva se desmaya en la meta de los Bolivarianos de 2017. Esa vez pensó en su hijo Santiago.


El marchista Claudio Villanueva encuentra inspiración en su hijo Santiago, un niño de cinco años que nació con parálisis cerebral y que esta semana se puso de pie por primera vez. Él es su fortaleza en cada competencia. 

Claudio Villanueva recibe a diario lecciones de su hijo Santiago. Una de las más significativas ocurrió el pasado 17 de junio en la sala de su casa en el barrio Las Calera, en Cuenca. 

“Santi”, como lo llaman, logró ponerse de pie por unos segundos con la ayuda de Grace Pintado, su mamá, y de un palo de escoba del que se sostenía con sus pequeñas manos. Puede parecer algo insignificante, pero para Villanueva y su familia no lo es. Por eso compartió su felicidad con sus seguidores en redes sociales a través de un video que él mismo grabó y que hasta la mañana de ayer tenía más de 90 comentarios y 1.000 reproducciones. De inmediato, el muro de Villanueva se llenó de mensajes. Las frases de aliento y calificativos para el atleta ecuatoriano eran diversos: 

“Abrazo amigo querido”, “Qué grande mi Santy”, “Bendiciones campeón, eres un gran guerrero”, “para dios nada es imposible, felicitaciones y adelante”, fueron algunos de los elogios que recibió el andarín ‘tricolor’ que el año pasado ganó la medalla de oro en los 50 kilómetros de los Juegos Panamericanos Lima 2019. Santiago tiene cinco años y nació con una parálisis cerebral irreversible. 

Durante 73 días permaneció en cuidados intensivos, con pronóstico reservado. Eso le causó la pérdida de la visión de por vida. Por si no fuera poco, 15 días después de su nacimiento fue operado a causa de una enterocolitis necrotizante, una enfermedad común en los bebés prematuros que se produce cuando el tejido del intestino grueso (colon) se inflama. “Mi hijo me ha enseñado a tener paciencia, a trabajar día a día para ser los mejores”, escribió Villanueva junto al video que subió en redes sociales. Villanueva es marchista y su especialidad son los 50 kilómetros. Cada competencia representa casi cuatro horas de sufrimiento sobre el asfalto. 

Pero él asegura que eso no es nada en comparación con los 73 días de angustia que vivió cuando nació su hijo. “Él me enseña a salir adelante. Si él puede hacerlo con todas sus dificultades, ¿por qué no voy a poder yo?”, se motiva a sí mismo cada vez que compite. Santiago es su mayor fuente de inspiración y su fortaleza. Cuando siente que las fuerzas lo abandonan en las competencias piensa en Santiago y Joaquín, su otro hijo. 

En luchar en cada prueba o entrenamiento para que no les falte nada. Así lo hizo en los Juegos Bolivarianos Santa Marta 2017, cuando cruzó la meta con su último esfuerzo. Después de casi 4 horas de competencia se desmayó, pero se quedó con la medalla de bronce. Villanueva tiene estabilidad económica desde marzo de 2016 gracias a que pertenece al Plan de Alto Rendimiento que impulsa la Secretaría del Deporte, de la cual recibe un incentivo que le permite dedicarse por entero a su carrera. 

Antes de eso trabajó como taxista informal en un auto de su cuñada. Su jornada empezaba muy temprano, entrenaba desde las 04:00 hasta las 06:00 y luego recorría las calles de Cuenca hasta el mediodía buscando pasajeros. Esa sana costumbre de levantarse temprano la mantiene aún. La mañana de ayer, antes de atender a EL TELÉGRAFO, a las 07:00, se preparaba para salir al sector de El Cajas para entrenar. 

Cuando no está entrenando trabaja en su emprendimiento de elaboración y venta de fideos artesanales. Las pastas llevan su apellido en la etiqueta, a modo de marca. Según Grace, su esposa, Claudio es muy apegado a sus hijos. Cuando llega “molido” de las prácticas saca energías de donde sea para jugar con ellos. “Es muy feliz y disfruta de ser padre”, afirma Grace. Joaquín, de 3 años (nació el 9 de agosto de 2017), también es el motor del marchista nacional, que está clasificado a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. 

“Al igual que ‘Santi’, cuando puedo lo llevo a los entrenamientos y me impulsa a seguir. También me acompaña a las terapias a las que vamos con su hermano”, contó el atleta. Un día más sin su padre La vida no ha sido fácil para el andarín de 31 años. En su infancia vendía frutas en el mercado con su madre, Julia Flores. Y a los 18 años perdió a su padre Claudio Villanueva, de nacionalidad española, quien salió a pescar en el sector de El Cajas (Azuay) y nunca apareció. Hasta la fecha no sabe si está vivo o muerto. El Día del Padre le genera sentimientos encontrados. Por un lado se siente feliz de celebrarlo junto a sus dos hijos; y por otro, le gustaría que su papá estuviera junto a él para dedicarle sus triunfos y que viera crecer a sus nietos.


FUENTE: Diario EL TELÉGRAFO - ECUADOR 



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