Día a día la nadadora ecuatoriana Samantha Arévalo pasaba al menos dos horas en la piscina o el mar; sin embargo, por la pandemia del covid-19 estuvo dos meses lejos del agua.
En su caso fue la primera vez que le tomó ese tiempo. “Lo máximo habían sido tres semanas, que es el tiempo que nos dan de descanso después de terminar un ciclo olímpico”, confesó en una entrevista con EL TELÉGRAFO. Tanta falta le hizo que ahora puede afirmar que la natación es en donde encontró la pasión a muy temprana edad. “Gracias a Dios estoy contenta de volver a nadar”, remarcó la atleta que pertenece al Plan de Alto Rendimiento que maneja la Secretaría del Deporte y permite a los deportistas dedicarse al 100% a su carrera.
Al no tener fechas confirmadas de competencia, Arévalo trabaja de manera progresiva; no obstante, no le quita la mirada a la meta de clasificar a los Juegos Olímpicos Tokio 2020. El evento en el que puede alcanzar el cupo se cumplirá en mayo próximo, donde intentará lograr uno de los 15 boletos que quedan. A mediados de agosto tiene planificado asistir a una competencia en Italia, aunque debe ser confirmado por la Federación Internacional de Natación (Fina). La adaptación a Montpellier (Francia), donde se encuentra desde septiembre del año pasado, ha sido rápida en parte a que vivió en Italia desde 2016.
“El francés me ha costado un poco, pero estoy tratando de aprender”, manifestó la deportista que recibe el apoyo de la fundación Crisfe. Lleva una alimentación balanceada y exclusiva para deportistas; sin embargo, y de vez en cuando, principalmente los fines de semana de la época de invierno, realiza unas parrilladas con los otros nadadores y se da un gusto.
Volviendo de un campamento de entrenamiento en Turquía tuvo su experiencia con el covid-19. Pasó unas semanas de fiebre y al tratar de retomar los entrenamientos no pudo; el médico que la atendió le recomendó reposo y estar en casa. Al mes y medio se hizo la prueba del virus, que dio positivo. “Por suerte pude controlar la enfermedad, gracias a Dios no fue tan grave y cuando volví a las prácticas me realicé el examen porque era un requisito para volver a nadar”, reseñó la tricolor.
Durante el confinamiento lo primero que perdió fue musculatura y también resistencia. En cuanto a la técnica no siente que desapareció tanto porque “hicimos ejercicios para eso, por lo que más nos cuesta es recuperar la resistencia y la velocidad dentro del agua”, aseguró.
El entrenador francés Philippe Lucas se está encargando de recuperar las condiciones perdidas con los que trabaja por cerca de una hora y media en la piscina.
La tricolor entrena 10 jornadas a la semana cada una de dos horas.
La campeona bolivariana en 2017 en los 10 km de aguas abiertas planea venir al país en septiembre o diciembre a pasar unos días de vacaciones, dependiendo del avance del coronavirus.
FUENTE: Diario El Tiempo - Ecuador
Comentarios
Publicar un comentario